Pocos lugares encontraréis tan peculiares en el mundo entero como Grense Jakobselv, un pequeño pueblo en el noreste de Noruega. Llegar hasta él no es nada sencillo y sus dimensiones son minúsculas, pero os aseguramos que merece la pena visitarlo. Y es que allí sentiréis cómo podéis tocar el Océano Ártico con vuestros dedos, mientras tenéis prácticamente a toda Europa a vuestras espaldas.
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El punto más al este de Noruega
Grense Jakobselv surgió al calor de la geopolítica moderna, como una manera de consolidar la soberanía noruega en su disputa con Rusia. La línea fronteriza quedó trazada en 1826, pero los vecinos rusos no estaban del todo conformes y frecuentemente hacían incursiones por allí. Por eso, en 1851 se colonizó el área de manera permanente, creando un pequeño pueblo a algo más de 50 kilómetros de Kirkenes (la urbe inmediatamente anterior).
Así es como se creó Grense Jakobselv, un pueblo formado por apenas cuatro casitas de madera, una iglesia (muy tremenda, como ahora os enseñaremos) y diferentes estructuras relacionadas con el control de las fronteras.
Llegar hasta allí es una auténtica liada. Desde prácticamente la frontera con Rusia, en el último palmo de Kirkenes, sale una pequeña carreterilla que tardaréis más de una hora y media en completar. Por el camino os esperan curvas sin visibilidad, todo tipo de estrecheces y la sensación de que en cualquier momento vuestro vehículo se puede caer al río.
Para que os hagáis una idea, Grense Jakobselv es el punto de la Noruega continental más alejado de Oslo por carretera: casi 2500 kilómetros si la ruta transcurre únicamente por el país y algo menos de 2000 si atajáis en algunos tramos por Suecia y Finlandia. ¡Increíble! De hecho, aquí va otro dato interesante: es el punto más al este de Noruega.
¿Os estáis preguntando qué ver en Grense Jakobselv? Seguid leyendo y os lo mostramos.
Turismo en Grense Jakobselv
Carretera 886
La verdad es que la llegada es un atractivo turístico en sí mismo. Como ya hemos dicho, tendréis que conducir aproximadamente 90 minutos por la Carretera 886, cuyo trazado es irregular, está lleno de curvas y va en paralelo a un río. Por el camino podéis hacer alguna que otra parada interesante, como en un pequeño apeadero en el que está señalizada la norges eldste fjell: ¡la montaña más antigua de Noruega! En su cima podéis encontrar el mítico Jarfjordgneis, un conjunto de piedras que tiene más de 2900 millones de años.
La senda empieza a escasos metros de la frontera terrestre de Noruega y Rusia. De hecho, toda la carretera transcurre en paralelo al río Jakobselva, que en este caso es la frontera natural entre ambos países. Constantemente veréis carteles indicando normas de conducta muy específicas (como no comunicarse con nadie al otro lado), además de cámaras de vigilancia y postes de colores. De hecho, es frecuente ver a las patrullas fronterizas noruegas y rusas haciendo tareas de vigilancia, tanto a pie como en el agua.
Insistimos: id con cuidado, es una carretera realmente difícil. De hecho, solo está abierta en los meses cálidos del año, de abril a octubre aproximadamente. Sin embargo, más allá de ser un viaje que merece la pena por sí mismo, os llevará a un lugar muy chulo.
Pueblo
¿Sabéis cuando se dice eso de que un pueblo «solo tiene tres o cuatro casas» como sinónimo de que es pequeñito? Bueno, pues en el caso de Grense Jakobselv esto ocurre de manera literal. Sus escasas cabañas de madera se pueden contar con los dedos de las manos, pero aun así son muy bonitas.
Es más, el lugar podría considerarse abandonado, ya que hace mucho tiempo que no tiene población permanente. A día de hoy es más bien un lugar destinado a que algunos noruegos con suerte pasen allí sus vacaciones de verano.
Capilla del rey Oscar II
Ese poblamiento humilde contrasta claramente con la enorme Capilla del rey Oscar II (Kong Oscar IIs Kapell), una enorme mole de piedra construida en 1869 para reforzar las aspiraciones de Noruega sobre la zona. El país no se tomó este tema a broma, y la mejor muestra es que el nombre de este templo de piedra fue puesto en 1873, cuando el propio rey Oscar II de Suecia y Noruega estuvo viajando por la zona.
El edificio es uno de los símbolos del país, por lo que es fácil encontrarlo en todo tipo de soportes: sellos, postales, souvenirs…
Punto de observación del mar de Barents
Por último, al final del camino (incluso pasando la capilla y el pueblo) os espera una zona estupenda. Y es que la carretera va a parar a un pequeño aparcamiento, desde el cual dispondréis de uno de los puntos de observación del mar de Barents más bonitos de toda Noruega.
Podéis hacer algo de senderismo, bajar a sus playas (vimos a algunos valientes sumergiéndose en las frías aguas del Océano Ártico) o simplemente poneros a contemplar las aguas. Hemos leído en muchos foros que allí mismo se pueden ver ballenas y focas, pero nosotros no tuvimos esa suerte.