Hoy os proponemos un viaje al bullicioso Madrid decimonónico, a través de un espacio muy céntrico y a la vez súper desconocido: el Pasaje del Comercio. Conocido también como Pasaje de Muga, se trata de una antigua galería comercial que llegó a tener uno de los cafés más populares de la capital. Sin embargo, poco a poco fue decayendo hasta convertirse en lo que es hoy: un secreto guardado conmigo y por el que no muchos viajeros se dejan caer.
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Hacer shopping castizo a la europea en pleno siglo XIX
Para entender al Pasaje del Comercio hay que retrotraerse a la Europa de la segunda mitad del siglo XIX. En ese momento, en la ajetreada París surgió una nueva forma de hacer shopping: pasajes cubiertos entre dos calles, en los cuales se establecían las tiendas y cafeterías más lujosas del momento. Este concepto se extendió rápidamente por todas las capitales europeas, teniendo un éxito profundo y que ha llegado hasta nuestros días.
Sin embargo, España fue la excepción (como en tantas otras cosas). Y es que a nuestro país también llegaron los pasajes comerciales, pero tras un cierto éxito cayeron en desuso. De hecho, el Pasaje del Comercio no fue el único que tuvo la capital: existieron decenas, pero los que han llegado hasta la actualidad se pueden contar con los dedos de una mano.
Arquitectura de lujo para hacer compras
El protagonista de este artículo fue construido entre 1846 y 1847 bajo los designios de Mateo de Muga y Michelena, un empresario vasco que quiso importar ese modelo de negocio a Madrid. Se situó entre el número 33 de la Calle de la Montera y el número 4 de la Calle de Tres Cruces, una ubicación que no podía ser mejor: hablamos de dos minutos andando desde la Gran Vía y otro tanto desde la Puerta del Sol.
Tras su inauguración, el Pasaje del Comercio (conocido también como Pasaje de Muga en honor a su creador) gozó de un cierto éxito. En él se establecieron diferentes tiendas, además del célebre Café del Pasaje: un lugar que tarde tras tarde acogía las tertulias más animadas entre la flor y nata de la sociedad madrileña.
El pasaje tiene una propuesta arquitectónica elegante y lujosa, pues al fin y al cabo trataba de recrear las galerías comerciales parisinas. Sin embargo, eso no fue suficiente para tener un devenir exitoso, pues tras dos o tres décadas calló en decadencia.
La nueva vida del Pasaje del Comercio
Durante el siglo XX pasó prácticamente al olvido, teniendo fundamentalmente empresas (las oficinas eran baratas aquí) y estableciéndose también algún que otro comercio de compra-venta de oro. De hecho, son muchos los madrileños que pasan a diario por la Calle Montera y que no se han fijado en la existencia de ese pasaje.
Sin embargo, desde hace unos años mira al futuro con optimismo. El Pasaje del Comercio ha encontrado un aliado inesperado: la viralidad. Los influencers viajeros se esfuerzan cada vez más por ofrecer rincones desconocidos, gracias a los cuales este pasaje ha gozado en fechas recientes de una publicidad a la que no estaba acostumbrado.
Poco a poco han ido llegando nuevos comercios, en este caso dedicados por y para el turismo. Es un sitio cambiante, pero en el momento de escribir estas líneas se podía disfrutar allí de una pizzería artesanal, de un sitio de perritos calientes gourmet y de un establecimiento dedicado a tequeños. También hay algunas tiendas pequeñas e incluso un estudio de tatuajes.
Si pasáis por la zona no dudéis en entrar, ya que se trata de historia viva del comercio madrileño. ¿Os imagináis cómo sería la ciudad si este tipo de pasajes hubiesen hecho fortuna en la capital?