A 60 kilómetros de la ciudad de Barcelona, justo al principio (o al final, según se mire) del Parque Natural de la Montaña de Montserrat, está el Bosc de les Creus. Se trata de una de las obras de arte efímero y land art más importantes que se han desarrollado nunca en Catalunya, tanto por su significado como por su impacto a nivel internacional. Aunque el ciclo de vida de esta obra de arte está llegando a su fin, hoy os mostramos cómo es la visita y lo que podéis esperar de este lugar.


La vida sigue tras las llamas
En verano de 2015, la zona sobre la que se asienta el Bosc de les Creus fue pasto de las llamas. Uno de los muchos incendios forestales que se producen cada año en la Península Ibérica fue el punto de partida para que un bombero y artista visual local, Marc Sellarès, pusiera en marcha este proyecto.
El incendio y su irremediable sensación de pérdida le inspiraron para construir 1293 cruces, en un proceso que le llevó prácticamente un año. Ninguna cifra es casual, pues ese tiempo es el que se estima que lleva superar un proceso de duelo en la cultura occidental, mientras que la cantidad de cruces corresponde con las hectáreas que ardieron en el proceso.


Cuando se inauguró, rápidamente captó la atención de los medios de comunicación de todo el mundo. Su siniestro aspecto podía llegar a rivalizar en belleza incluso con la Colina de las Cruces, uno de los lugares más emblemáticos del cristianismo en el norte de Europa.
El arte incentiva el arte, y posteriormente el bosque fue utilizado por el fotógrafo Carles Domènech para un proyecto de fotografía nocturna de dimensiones colosales. También podéis ver internet lleno de sesiones de fotos utilizando el Bosc de les Creus como escenario principal.


El arte siempre es efímero, pero no tanto
Lamentablemente, el tiempo pasa para todos y el Bosc de les Creus llega a su fin. De las 1293 cruces que se levantaron, hoy en día apenas quedan dos docenas. En realidad esto forma parte de la propia obra de arte, pues el duelo ha sido superado y el bosque poco a poco recupera el pulso.
La visita actualmente se realiza en unos pocos minutos. Hay un pequeño apeadero a los pies de la BP-1101, desde el cual llegaréis a la zona más emblemática del bosque en apenas cinco minutos. Nos referimos a una pequeña caseta de piedra en la que todavía quedan algunas cruces.
Si subís a lo alto de la colina, ante vosotros veréis las cruces que quedan en pie y cómo poco a poco empieza a surgir de nuevo la vegetación. Eso sí, no esperéis nada parecido a las fotos que circulan por la red porque os llevaréis un pequeño chasco.
Este particular Bosque de las Cruces resulta una parada interesante si se está visitando el Monasterio de Montserrat. No vamos a negar que nos hubiese gustado que las cruces se hubiesen mantenido, pero la obra fue concebida así y como tal hay que contemplarla.

