Describir Brera en pocas palabras no resulta sencillo. Normalmente se le califica como el barrio artístico de Milán, por su enorme pinacoteca, sus galerías de arte y su ambiente creativo. Sin embargo, pensamos que esa definición se queda un poquito corta, pues nosotros allí encontramos muchísimas más cosas: desde un jardín botánico escondido hasta restaurantes con encanto, pasando por iglesias, tiendas vintage o edificios decimonónicos alucinantes. Sea como fuere, este es nuestro pequeño homenaje al precioso barrio de Brera.
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Un paseo entre galerías de arte y rincones con encanto
Brera se encuentra en una de las localizaciones más vibrantes de Milán, a unos 10 minutos a pie tanto del Duomo (la Catedral) como del Castello Sforzesco. No es que sea un área gigante, pero dicen que las mejores esencias se guardan en tarros pequeños. Y es que Brera no necesita de grandes dimensiones para rebosar encanto, hasta tal punto de que buena parte de los viajeros lo recuerdan como el espacio más bonito de la ciudad.
Pasear por sus calles peatonales, merendar en una de sus numerosas cafeterías o simplemente dejarse atrapar por su ambiente artístico: motivos más que suficientes para dejarse caer por este distrito de corte bohemio. Pensad en una mezcla entre la Malasaña madrileña, el Montmartre parisino y quizá un poquito del Soho londinense, pero a la italiana. De ese cóctel solo pueden salir cosas buenas.
Aunque el paseo por Brera tiene paradas obligatorias (las cuales os vamos a enumerar en seguida), nuestra recomendación es que vayáis allí y deambuléis sin rumbo. Al fin y al cabo, se trata de un sitio chiquitito y bien organizado: caminando sin ninguna pretensión acabaréis llegando a sus zonas más visitadas, pero también descubriréis innumerables rincones con encanto que se presentarán ante vosotros sin previo aviso. Llegar sin avisar, de toda la vida.
Qué ver en el Barrio de Brera
Via Brera
Via Brera es la principal arteria del barrio. Lo atraviesa de sur a norte, formando parte de una sucesión de calles que sirven para comunicar el Teatro alla Scala con Moscova. Aunque la zona con más encanto va desde la Pinacoteca hasta el extremo norte de la calle, lo cierto es que en toda la Via Brera podréis disfrutar de un ambiente alucinante.
Bajo edificios renacentistas y decimonónicos ha surgido un ecosistema acultural, la cual se materializa en el Brera Design District (una iniciativa que trata de darle continuidad y armonía). Tiendas de diseño, galerías, artistas callejeros y mercaditos de artesanía reciben al viajero con los brazos abiertos.
Pinacoteca de Brera
Más o menos a mitad de calle podréis encontrar la Pinacoteca de Brera, el museo más relevante de Milán y uno de los más importantes de Italia. Ubicado en el Palazzo di Brera, que por sí mismo merece una visita, en su colección podréis ver algunas de las obras maestras de la pintura italiana y europea en general. ¿Os suenan unos tales Tiziano, Bramante, Rafael, Tintoretto, El Greco, Rubens, Caravaggio, Rembrandt, Van Dyck o Picasso? Todos ellos tienen cabida allí.
La visita puede durar desde una hora hasta una vida. De hecho, si os gusta el arte os recomendamos reservar un mínimo de dos días para Milán: uno para la Pinacoteca de Brera y otro para el resto de la ciudad. Los 15€ que cuesta entrar se amortizarán a cada paso.
¿Vais en plan pobre o no os apetece encerraros a ver el museo? No hay problema, id allí igual. Podréis entrar hasta el patio central del palacio de manera gratuita y recorrer algunos de sus pasillos, en los cuales hay expuestas algunas obras de arte.
Huerto Botánico de Brera
El contrapunto humilde y tranquilo a la majestuosidad de la pinacoteca lo encontraréis en el Huerto Botánico de Brera (Orto Botanico di Brera), un pequeñito jardín botánico que hay justo detrás. Hasta hace no mucho apenas se podía visitar, pero ahora pertenece a la Universidad de Milán y el acceso es gratuito.
Este jardín y arboreto fue creado en 1774, transformando un jardín jesuita preexistente en un espacio para el estudio de las plantas por parte de alumnos de Medicina y Farmacología. Hoy en día no ha perdido ese carácter didáctico, pues alberga más de 300 especies procedentes de todo el mundo y explicadas con mucho mimo. De hecho, se puede hacer una ruta combinada con la pinacoteca, pudiendo ver plantas que están representadas en algunas de sus obras.
A nosotros no flipó. Es un sitio que puede pasar desapercibido, ya que no se accede por las calles principales, pero os aseguramos que merece la pena buscarlo hasta encontrarlo. Todo un oasis de paz y tranquilidad en medio de una de las zonas más concurridas de Milán.
Via Fiori Chiari
Siguiendo con el paseo por Brera, hay dos calles que no deberíais perderos. La primera es Via Fiori Chiari, un pequeño rinconcito peatonal en el que todos sus elementos van a favor de obra. Es como si se hubiesen puesto de acuerdo entre los restaurantes de las zonas bajas y las plantas que cuelgan de sus balcones para crear un lienzo inspirador y acogedor a más no poder. Es una calle chiquitita, pero que sin duda le da un toque de color más que necesario al barrio.
Via Madoninna
Tampoco os podéis perder Via Madoninna. Suele ser puerta de entrada o salida a Brera, así que pasaréis por ella de un modo o de otra. También resulta una delicia pasear por ella, pues probablemente es una de las calles más bonitas de Milán.
Iglesia de Santa María del Carmine
En el barrio de Brera también hay sitio para la espiritualidad, pues como en tantos otros lugares va de la mano del arte. En este caso, el templo más top es la Iglesia de Santa María del Carmine, construida a mediados del siglo XV.
Quizá la fachada no os diga mucho, pero os recomendamos franquear la puerta y adentraros de lleno en ella. Es un edificio súper bonito de tres naves, con un altar mayor en el que destaca un templete inspirado en el Duomo milanés y un buen puñado de obras de arte en sus laterales.
Basílica de San Simpliciano
También merece una visita la Basílica de San Simpliciano, una de las más antiguas de la ciudad. De hecho, a nivel mundial es la segunda más antigua conocida con la estructura clásica de planta de cruz latina. Data del siglo XIV, aunque pudo estar construida sobre un templo anterior.